El moderno árbol de Navidad proviene de Alemania y sus primeras referencias datan del siglo XVI. Hasta el siglo XIX no llegaría a Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Puerto Rico, China y Japón. En España empezó a penetrar en el primer cuarto del siglo XX y en la actualidad se encuentra arraigado en la mayoría de Europa y Latinoamérica.
La leyenda del abeto es tan vieja como el cultivo del mismo árbol. Fue en el siglo VIII, en la antigua Germania, cuando un monje inglés, llamado Winfrid, taló en una nochebuena, un roble que era utilizado en las festividades paganas para ofrecer vidas en sacrificio. En ese mismo lugar brotó milagrosamente un abeto y por eso su especie se tomó como emblema del cristianismo. Para los bretones (grupo celta de Bretaña), el árbol de Navidad fue descubierto por Parsifal, caballero de la mesa redonda del rey Arturo, mientras buscaba el Santo Grial o cáliz de la Última Cena de Jesús. La leyenda cuenta que el caballero vio un árbol lleno de luces brillantes, que se movían como estrellas. El escritor alemán Goethe, en su libro Werther, también hizo alusión a un frondoso arbusto lleno de caramelos y figuras religiosas. El antecedente más cercano a nuestra tradición parece remontarse a la Alemania de los primeros años del siglo XVII. En 1605, un árbol fue decorado para ambientar el frío de la Navidad, costumbre que se difundió rápidamente por todo el mundo.
La implantación de esta tradición en los diversos países europeos fue haciéndose paulatinamente, en 1813 penetró en Austria, en 1820 en Polonia en 1829 en Gran Bretaña, en 1840 en Francia...Una vez que llegó a Francia penetró lentamente a España por Cataluña a partir del primero cuatro del siglo XX. En España hubo grandes detractores de esta tradición como Dolors Cos en 1930 o Ramón Violant en 1948 que se quejaba de que mezclado entre los puestos de venta de figuras y adornos también aparecieran árboles de Navidad.El árbol de Navidad llegó a Finlandia en el año de 1800; en Inglaterra en 1829, y fue el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, quien ordenó adornar el castillo de Windsor con un árbol navideño en 1841. La tradición del abeto decorado, salió de Inglaterra directo a Estados Unidos, en tiempos de la colonización. Se le atribuye a August Imgard, un hombre de Ohio, quien instaló el primer árbol navideño, en 1847. De ahí en adelante, la cultura norteamericana ha sido abanderada en materia de decoración navideña. Árboles cuyas dimensiones, abarcan la atención en parques, centros comerciales, tiendas, calles y hogares. Sintético, natural, seco, fresco, blanco o verde; lo que importa es que se sigue adornado cada año y que alrededor de él se deposita la magia, la esperanza y la fe de tiempos mejores.
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